1: El tiempo y las estrellas
Al astronauta del frío las noches se le antojan fuera del tiempo. Él es consciente de que el segundero del reloj es incansable y que este motiva al minutero a hacer un movimiento sutil cada sesenta cabezazos. Aun así intuye que cuando el sol lleva escondido varias horas y la mayoría de los mortales e inmortales duermen, el color del tiempo cambia; es otro. Hay algo esponjoso y sin fronteras a la vista. Encuentra muy estimulante recostarse con parsimonia sobre esa gelatina y hundirse poco a poco, cabezazo a cabezazo, hasta ver las estrellas a través de una placenta. No le parece demasiado relevante tener veinticuatro años. ¡Tan a menudo sueña que tiene cinco o cincuenta! Cuando sueña que tiene cinco años le baja al cuerpo una sensación de premonición y cuando sueña que tiene cincuenta, la sensación es de recuerdo. «¿No debería ser al revés?», se pregunta. Y las estrellas, desde el otro lado de la gelatina placentera, le contestan: «No, no debería ser de ninguna forma en particular». ¡Claro! Para ellas, luces preciosas, celestiales fotografías de la antigüedad, es fácil decirlo. Es fácil por un motivo muy concreto: porque así deciden que sea. Dubboy aún no ha vivido un cuarto de siglo pero está enamorado de la eternidad. Las estrellas lo saben y por eso le dirigen la palabra. Él se considera un privilegiado en este planeta esféricamente desenfrenado y frenético. Es innato en él olvidarse del tiempo, y las estrellas le sonríen como madres orgullosas porque saben que ese olvido es la mejor manera de aprovecharlo. Ya ha vivido doce años dos veces pero en algún lugar de su alma sabe que sigue teniendo cinco años. E incluso cincuenta. La noche sin tiempo lo ha adoptado y eso es para siempre.
2: El lagarto y los timburones
El presidente de la escalera es un lagarto relativamente inofensivo. Tiene ya demasiadas partes postizas como para desplegar su hijoputez como antaño. Es evidente que no tuvo la oportunidad en su momento (ni el interés después) de aprender a leer y escribir. O sea, lo hace como escucha: a medias. Ninguna de estas tres actividades le interesan, ni leer ni escribir ni escuchar. A Dubboy le consta por las notas que éste suele dejar pegadas en la portería. (…)
El cielo parecía un hipopótamo: ¡sous la pluie! 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
🙂 !!
Me gustaMe gusta